Inteligencia Artificial y trabajo en Argentina: ¿qué nos espera con la automatización?
La inteligencia artificial (IA) y la automatización han desencadenado un profundo debate sobre el futuro del trabajo en el mundo, y Argentina, con una economía marcada por altos índices de trabajo informal y precarización, no es la excepción. Con la posibilidad de que máquinas y algoritmos asuman tareas tradicionalmente humanas, se abre un interrogante sobre el futuro laboral del país: ¿cómo impactará esta transición en el acceso a empleos dignos y en la calidad de vida de los trabajadores?
Desde una perspectiva optimista, la automatización impulsada por la IA podría aumentar la productividad y eficiencia en sectores clave como la agricultura, la minería y la manufactura, reduciendo costos y mejorando la competitividad de las empresas sudamericanas en el mercado global. En teoría, esto permitiría aumentar los ingresos y reducir las jornadas laborales, beneficiando a los trabajadores y fortaleciendo la economía.
Además, la automatización podría liberar a los trabajadores de tareas peligrosas, monótonas o físicamente exigentes, permitiéndoles concentrarse en labores que demanden habilidades humanas, como la creatividad y la resolución de problemas. Desde esta visión positiva, la IA tendría el potencial de humanizar el trabajo, liberando a las personas de actividades repetitivas y mejorando sus condiciones laborales.
Sin embargo, la realidad en Argentina presenta desafíos significativos. De acuerdo a los datos de la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH) realizada en el mes de septiembre del corriente año por el INDEC, el 36,4% de los trabajadores se encuentra en la informalidad mientras que la Organización Internacional del Trabajo ha señalado que en Latinoamérica este porcentaje asciende al 50%.
En una economía marcada por la informalidad y la falta de seguridad social, la automatización podría profundizar aún más la precarización laboral. En lugar de liberar a los trabajadores, algunas empresas podrían optar por reducir costos eliminando puestos de trabajo y sustituyéndolos con sistemas automatizados. Esto no solo aumentaría la tasa de desempleo, sino que también podría generar empleos de menor calidad y sin garantías laborales.
Además, la falta de regulación en Latinoamérica y la ausencia de políticas que protejan los derechos de los trabajadores frente a la automatización representan un desafío serio. Sin un marco legal adecuado, la IA podría utilizarse para maximizar las ganancias empresariales a expensas de la estabilidad laboral. La automatización, en este escenario, corre el riesgo de deshumanizar el trabajo, transformando a las personas en piezas de un sistema productivo que prioriza la eficiencia sobre las necesidades humanas.
Para que la IA y la automatización sean herramientas de desarrollo en Argentina, es fundamental establecer políticas y regulaciones que protejan el bienestar social y laboral. Se requiere un marco normativo que promueva el uso ético de la IA, asegurando empleos de calidad con salarios dignos, jornadas de trabajo razonables y condiciones laborales seguras.
En ese sentido, de acuerdo a un estudio de la consultora McKinsey, se estimó que para el 2030, alrededor del 15% de todos los trabajos existentes podrían automatizarse en su totalidad, mientras que un 60% de las actividades laborales podrían ser parcialmente automatizadas. A su vez, investigaciones de la Universidad de Oxford sugieren que más de 800 millones de empleos podrían ser reemplazados por automatización para el año 2030 a nivel mundial.
No obstante, una IA ética no sólo debe respetar los derechos laborales, sino también contribuir al desarrollo sostenible. La automatización puede impulsar la economía y reducir la pobreza, siempre que se aplique de manera responsable y con un enfoque social. Argentina debe apostar por un modelo de desarrollo que valore a las personas y asegure que el progreso tecnológico no se convierta en una excusa para la explotación.
Por ende, la inteligencia artificial y la automatización pueden representar una oportunidad para mejorar la vida de los trabajadores en Argentina, pero también un riesgo si no se gestionan adecuadamente. La verdadera medida del progreso tecnológico no radica solo en la eficiencia, sino en su capacidad para mejorar la dignidad y el bienestar de las personas.
Redacción: Instituto de Innovación Digital CiudadanIA.